Sobre las oficinas de atención al ciudadano y a la víctima. El decreto de servicios mínimos y la manipulación de la realidad.


12 mar 2018



Esta larga huelga está suponiendo un enorme sacrificio económico a todos los compañeros, agravado por una circunstancia: no todos realizan jornada de mínimos con la misma frecuencia.

En algunos casos, dada la propia idiosincrasia del centro de destino los servicios se reducen a “cero”.

Uno de los casos más sangrantes es el de las oficinas de atención al ciudadano y a la víctima, cuyos trabajadores se ven abocados a aguantar la huelga sin el desahogo que suponer realizar ni una sola jornada de trabajo.

Por ello entendemos a quienes – escudándose en el argumento de “desprotección a las víctimas de violencia y justo al cumplirse un mes desde el inicio de la huelga – acusan a la Xunta de no amparar a la víctima por no nombrar los servicios mínimos para ese departamento.

Departamento que, no hay que olvidar, funciona de formas muy distintas (y a veces, vemos que imaginativas) en cada localidad.

La realidad, cierto es, se puede manipular de infinitas formas. Estirarla, deformarla, componerla, descomponerla y recomponerla hasta la náusea para que coincida con lo que conviene en cada momento.

Manipular lo recogido en un decreto de servicios mínimos ya cuesta un poco más. Aunque todo es posible cuando hay voluntad. Una forma de manipulación es utilizar uno de los temas más políticos y politizados, más sensibles y sensibilizados hasta acabar llenándose la boca con ese caramelo infinito que es la demagogia.

Y ¿qué decir de las luchas sindicales? Después de lo anterior, el juego de manipularlas es tan sencillo como el de un niño de guardería jugando con un pedazo de plastilina.