Un artículo de Manuel García Biel.
Las recientes y concurridas movilizaciones sindicales, iniciadas el 19 y 29 de febrero, que continuarán el próximo 11 de marzo y que pueden ser la antesala de la Huelga General que todos vaticinan para el 29 de marzo, parecen inquietar en las alturas del PP.
Así desde hace unos días estamos viendo una amplia reacción descalificadora por parte de todos los dirigentes del PP, comenzando por el que cada vez se demuestra menos “moderado y moderno” Gallardón, que cada vez se diferencia menos de Aguirre, y ampliada por sus voceros de la Brunete mediática, en la que todo vale para descalificar la legitima reacción de los sindicatos y trabajadores ante la brutal agresión que significa la Reforma Laboral.
En primer lugar se intentó hacer creer que la reacción sindical sólo venia motivada por la perdida de poder de los sindicatos. La reacción de la calle ha desmentido esta afirmación y millares de trabajadores han demostrado que suscriben las tesis de los sindicatos sobre la inutilidad, ineficacia e injusticia de la reforma del PP.
A continuación las descalificaciones han entrado en un terreno barriobajero. Se denuncia que un dirigente sindical cobra dietas de una caja de ahorros por su función representativa. Sólo parece que es criticable que lo cobre un sindicalista, que además lo pasa al sindicato, no se amplia la denuncia a los empresarios o cargos del PP que cobran por la misma función en el mismo consejo.
Como eso no es suficiente los diarios de la derecha presentan las manifestaciones como juergas de liberados sindicales a través de fotos donde manifestantes se toman una cerveza o similares.
Una de las últimas más indignantes y absurdas criticas vertidas por los sectores más ultramontanos del PP de Madrid, desde la alcaldesa Botella, al Vicepresidente regional González o la delegada del gobierno Cifuentes, y secundados por la AVT, es atacar a los sindicatos por convocar el 11M, cosa que consideran una falta de sensibilidad con las víctimas del atentado del 11M. El tema no deja de ser esperpéntico, los que mintieron sobre el atentado, el PP, atacando a los que siempre estuvieron con las victimas en su mayor parte trabajadores, los sindicatos. Pilar Manjón, presidenta de la Asociación de Ayuda a las Victimas del 11M dejó claro que “no se nos use como ariete contra los sindicatos… No nos sentimos ofendidos”. Este es el nivel que usa el PP, como ya dije en otro artículo en Nueva Tribuna "El discurso de la derecha emula a Goebbels".
Finalmente ahora se ha pasado a una nueva fase en torno a tres descalificaciones.
La primera es magnificar pequeños episodios de violencia callejera, provocados por grupúsculos antisistema que nada tienen que ver con las manifestaciones, ni con las estudiantiles ni aún menos con las sindicales, para ocultar la importancia de las movilizaciones. Los diarios de la derecha, y no sólo ellos, llevan días hablando de un tema aislado como si fuera el más importante y generalizado.
La segunda descalificación es típica, lleva a cuestionar la legitimidad de las movilizaciones en la calle frente a la legitimidad de la mayoría parlamentaria. Parece como si la derecha ni tan sólo conozca lo que establece la Constitución, el derecho a la manifestación y a la huelga para oponerse a actuaciones de los propios poderes ejecutivo o legislativo. Los derechos son complementarios y no subordinados.
La tercera sería para reírse sino fuera por su falacia. Consiste en responsabilizar a la oposición, léase PSOE, como responsable oculto de las movilizaciones. ¿Qué más quisiera el PSOE? Este partido es un recién llegado, el último de la fila en las movilizaciones de los sindicatos, a los que no hace ni dos telediarios que estaba enfrentado. El objetivo del PP es manchar a los sindicatos con el desprestigio aún reciente del PSOE.
Es evidente que al PSOE esa acusación ya le va bien, porque ahora pretende aparecer como el gran aliado de los sindicatos por puro oportunismo. Es vergonzosa la declaración de Rubalcaba “nosotros con los sindicatos. Cada oveja con su pareja”, por favor menos cinismo, los sindicatos no son pareja de nadie y menos del PSOE.
El oportunismo del PSOE hace el juego al PP. Rubalcaba y compañía pretender lavar su reciente pasado queriendo aparecer como los paladines contra la reforma laboral actual. Así se niegan a formar un frente común con otros grupos que siempre han estado a la izquierda para hacer frente al decreto del gobierno llevando la Reforma Laboral al Constitucional. Quieren hacerlo en solitario, aparecer solos como los únicos y máximos defensores parlamentarios de los sindicatos, cuando no lo son, y lo manifestantes ya se lo han demostrado con claridad. Bienvenidos al frente contra la reforma pero son los últimos en llegar y los más advenedizos.
Pese a todo ello la movilización sindical sostenida en el tiempo continúa y demuestra que hace daño al PP y a otras derechas similares como CiU. La derecha sabía y sabe que tiene enfrente a la única izquierda real, la izquierda social, la izquierda sindical contra la que concentra su fuego. Mientras los sindicatos van llevando su discurso a todos los rincones, cargándose de razones y de soporte popular, aunando junto a ellos a todas las fuerzas políticas de progreso, las de siempre como ICV, IU, EQUO y otras y a los recién llegados del PSOE y especialmente a los trabajadores y a la gente de izquierda y progresista de este país. Movilizando la calle y preparando, para cuando sea oportuno, posiblemente cuando la negociación se dé por agotada y ante los presupuestos del recorte social, la respuesta más dura.
Nuevamente, como ha sido normal desde antes de la democracia, los sindicatos se han demostrado y siguen demostrando que son el último bastión de frente a las ofensivas de las derechas.
Publicado el 03/03/2012 en www.nuevatribuna.es
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