La reforma laboral empieza a aplicarse con rebajas de sueldos, ERE y traslados


27 feb 2012



Empresas de servicios, comercio o automoción anuncian una batería de recortes


Manifestación el 19 de febrero en A Coruña
Sitúese en la carretera de Seixalbo (Ourense). Allí cuatro empleados de un concesionario acaban de ser despedidos al dictado de la nueva reforma laboral. La trabajadora más antigua llevaba 25 años en la empresa. Con el decreto en la mano le ha correspondido una indemnización de 18.000 euros pese a que, como despido improcedente, según las reglas anteriores — 45 días por año hasta un máximo de 42 mensualidades— hubieran sido 50.000 euros, según cálculos de Etelvino Blanco, (CIG). La empleada ha cobrado el 36%. La empresa, por descontado, alegó causas de producción y económicas basadas en un descenso de las ventas, que en el caso de los concesionarios es una circunstancia especialmente aguda desde hace varios años.

Sin salir de esa provincia, seis convenios colectivos están a punto de morir: los de sanidad privada, comercio textil, piel, sector vitivinícola, tostaderos de café y limpieza de hospitales. El suelo salarial que marcan se esfumará porque deberían de haberse negociado en 2010 y, otra vez gracias a la reforma laboral, “si en dos años no hubiera uno nuevo, perderán su vigencia”.

“La patronal está instalada en posiciones maximalistas”, denuncia desde Comisiones Obreras Daniel Costas, que cree que hay un “letargo intencionado de los convenios que se tienen que renovar”, precisamente para buscar su desaparición. Ha habido un cambio radical, según las centrales de actitud. Por ejemplo “en el convenio de la limpieza y el comercio de A Coruña”, ejemplifica Paulo Paio, de la federación de servicios de CIG. “La consigna es bloquearlo”, dice. “Estamos viendo ya en las primeras semanas de la reforma cuál es su resultado. Pone en bandeja la paralización de toda la negociación colectiva para negociar a la baja o, directamente, para que desaparezcan los convenios”.

Más casos: en Pereiro de Aguiar, la empresa Megatech, una multinacional que trabaja para Citroën, presentó recientemente un ERE de suspensión temporal para 60 días, pero sus ventas no han bajado, incluso pagan horas extraordinarias a la plantilla y mantienen contratos temporales para completar la producción. En la versión que trasladan a los sindicatos, dicen que lo hacen porque “se huelen” que en los próximos meses habrá un descenso de la demanda de las piezas que fabrican.

En A Coruña, anteayer se presentaron dos nuevos expedientes con despidos en pequeñas empresas del textil y una propuesta de una tercera pyme para reducción de jornada y salarios en toda la plantilla. Otra pequeña empresa de nombre Iberglass (en Lalín) ha planteado la semana pasada la renegociación de todas las condiciones de producción pese a que su convenio es reciente, igual que Unión Cristalera (Teo), que alega que sus perspectivas de negocio son malas o muy malas, o Forestal do Atlántico van a aplicar cambios de horarios y movilidad.

“Bienvenidos al infierno”, ironizan los sindicatos, que alertan de un goteo de despidos, traslados, recortes y, en suma, precarización del escenario laboral. Gestorías y despachos de abogados hacen acopio de documentación para explicar a las empresas cómo pueden navegar por la reforma. Anteayer mismo, una charla sobre ella organizada por la patronal del metal pontevedrés llenó el auditorio: casi 80 asistentes, inusual para ser una jornada informativa.

La aplicación del texto tiene consecuencias múltiples: “Si a un trabajador le reduces ahora el salario y lo despides dentro de seis meses, la base de cotización para calcular el paro que cobrará será de los últimos 180 días. Lo mismo ocurrirá en el caso del cálculo de la indemnización por despido, que se basará en el salario que tenga el trabajador en ese momento. La consecuencia lógica es que dentro de seis meses muchas personas, además de ver reducido su salario, podrán ser despedidas con muy poco, porque no existen polos de actividad económica que no hayan tenido rebajas de ingresos”, analiza Paio.

En los últimos días, el astillero Barreras y Autopistas del Atlántico han anunciado que echarán a una gran parte de la plantilla con la ley en la mano. No tan grande es la empresa de construcción Hidromiño, que sin embargo ha planteado un ERE para más de 30 obreros “basándose en una previsión de que no mantendrá el nivel de obras”, según Xosé Xoan Melón (CIG), que recalca la palabra “previsión”.

Sociedades como Alcoa o Finsa tramitan sus expedientes por las reglas anteriores, pero las centrales sospechan que muchos de los 20 ERE que el año pasado rechazó la Xunta (por poner dos ejemplos, Cemar Aluminios de Ames y Man Equipos Comerciales de Ourense), volverán a retomarse porque ahora no necesitan de autorización administrativa.

En Vigo, el viernes se ejecutó en Unísono (un call center que vivió sonoras protestas el año pasado por echar a 117 personas), un despido por absentismo, y en esa misma ciudad, la empresa de análisis Segaprel va a acogerse a la posibilidad de descuelgue del convenio para reducir salarios, suprimir contratos, aplicar movilidad geográfica y presentar un ERE. Otras empresas, como Cespa en Nigrán, lo harán, según han asegurado a la plantilla, para adoptar una mayor “flexibilidad horaria”.


Trampas con el salario de tramitación

En el sector servicios, muy castigado por la crisis, los anuncios se multiplican. “La patronal de grandes hoteles de Santiago prepara descuelgues para rebajar salarios y jornada argumentando una caída de facturación”, advierte CIG. Roberto Teixido, de UGT en A Coruña añade que el primer impacto lo están sintiendo el comercio y la hostelería en lo que califica como una “reforma escrita con la pluma de la patronal, rancia, porque se ve que leyeron muy bien el Lazarillo de Tormes, tiene muchas trampas”. Una de esas supuestas trampas se está detectando en los servicios de conciliación. “Hemos constatado casos en el servicio de mediación (SMAC) de empresas que readmiten a trabajadores que despidieron antes del decreto y que, de nuevo, han vuelto a despedir para evitar pagar el salario de tramitación” (que un trabajador percibe desde la fecha de despido hasta la notificación de la sentencia). Lo ilustra Berto Gonzalvez, de la federación de Química del sindicato nacionalista. “Estamos, por desgracia, asistiendo a la entrada de un mundo nuevo en las relaciones laborales. En muchas empresas pequeñas, donde no hay peso sindical, va a ser dramático”, añade.

El economista Manuel Lago Peñas reflexiona sobre la picaresca del texto. “La fórmula que se ha buscado para justificar despidos de 20 días y bajada de salarios [caídas de ingresos durante tres o dos trimestres] provoca una indefensión extrema, porque las cuentas que puede presentar la empresa no se corresponden con las del cierre de un año, un proceso, este sí, en el que los administradores tienen responsabilidades y que va acompañado de auditorías. Por el contrario, un simple estadillo contable puede servir para ilustrar la situación de un par de trimestres”. Trampas que las patronales rechazan porque creen que esta reforma es la mejor vía para mantener el empleo en una situación generalizada de caída de ventas.

“Lo paradójico es que los primeros interesados en movilizarse son las pequeñas empresas y los autónomos, porque ellos van a ver cómo sus clientes pierden poder adquisitivo y dejan de comprar”, añade Gonzálvez.


Publicado el 27/02/2012 en www.elpais.com

Enlace permanente: http://goo.gl/9Lvxw