Artículo de Xosé Luis Barreiro Rivas publicado en www.lavozdegalicia.es
La Justicia no es buena por dar satisfacción a las demandas de castigo que se le presentan, sino por resolver los conflictos de orden jurídico de acuerdo con la ley y con los principios morales y culturales que la inspiran. Por eso, el tiempo cambia la visión de las actuaciones, y lo que hace un siglo era considerado ejemplar, puede hoy ser aberrante. Desde esta perspectiva, la sociedad mediática tiene un grave problema, porque está destrozando el modelo procesal y penal anterior sin haber creado el suyo propio, lo que puede llevar a una grave confusión de los razonamientos jurídicos y a la consecuente desprotección de los justiciables.
En la perspectiva clásica el caso de O Chucán, que fue encarcelado y juzgado por asesinato, y posteriormente absuelto, no supondría el más mínimo problema, porque la detención y el encarcelamiento sobre la base de abundantes indicios circunstanciales son correctos; el juicio mediante jurado también lo es; el dictamen de absolución por falta de pruebas también parece pertinente; y la posterior autoinculpación de O Chucán, que ayer se hizo en La Voz, constituye un ejemplo de libro -por desequilibrio mental o por enfermizo afán de notoriedad- sobre la diferencia esencial que existe entre la autoinculpación y la prueba. Así que, si fuésemos por la vieja, este asunto habría concluido.
Pero ahora estamos en una era distinta, en la que hay delitos de especial sensibilidad social; en la que solo el castigo visibiliza lo que es justo; en la que las sentencias son trituradas por el sistema mediático en las tertulias mañaneras; y en la que el principio de reinserción del delincuente han cedido mucho terreno frente a la idea de una Justicia eficientista y leñera que ha desbordado el ideal garantista de otros tiempos. Y por eso hay mucha gente que, después de leer la autoinculpación de O Chucán, cree que hay que rebobinar el juicio y hacer las cosas de otra manera, con la sola intención de obtener una sentencia más acorde con las pasiones e ignorancias dominantes.
Pero yo no estoy en esa línea. Si los juicios se hacen con jurado, y con procedimientos adecuados, hay que respetar sus veredictos. Y el hecho de que en España haya precedentes en los que algunos veredictos chocantes se tiraron a la papelera para darle satisfacción a la opinión pública mayoritaria, no habla a favor de la Justicia, sino que apunta a su gravísimo deterioro.
Los periódicos, como es obvio, hacen su trabajo. Pero los jueces tienen que aguantar el pulso y hacer el suyo, y explicarles a los ciudadanos los intríngulis de una sentencia que, si se hubiese atendido al estado psicológico o mental del acusado, es posible que no hubiese tenido lugar. Otra cosa sería juzgar a medida de la opinión pública, y eso es mucho peor, y más irreparable, que un error judicial.
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Yo también lo absuelvo
Artículo de opinión de Xosé Carreira publicado en www.lavozdegalicia.es
Ahora O Chucán se reconoce autor de un crimen. No le dijo eso al jurado la pasada semana. Es más, jugó a echarle la culpa a personas que pudieron ir a su casa para mantener relaciones sexuales con la víctima. El veredicto del jurado, he tenido oportunidad de seguir buena parte del juicio, es totalmente correcto. Al tribunal no se le ofreció, durante las sesiones de la vista, una prueba contundente para poder declarar con toda certeza culpable a este hombre. No valen dudas. Al jurado ni se le llegó a decir cuál había sido el arma homicida. Los expertos aseguraron que el hacha y la maza que aparecieron en la cuadra tenían manchas de sangre de la víctima, pero no de O Chucán. En los mangos no apareció ni una triste huella. Les aseguro que si hubiera estado en el jurado, y sin tener otras pruebas, yo también hubiese declarado inocente a este hombre. No vale culpar al jurado. Otra cosa son los convencimientos personales o si el tribunal técnicamente razonó mal alguna respuesta.
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http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2011/02/03/0003_201102G3P2994.htm