ERE judicial en Euskadi


3 feb 2013


  • Como en la canción de Amaral: "El dinero se acabó, ya no hay sitio para nadie..."
Venía siendo un rumor estruendoso desde hace meses: en una época en la que no se respeta ni lo más sagrado, en la que se recorta en todo, salvo en la jeta de nuestros políticos, a la Justicia le tenía que tocar. De hecho, ya le viene tocando desde hace años, con recortes de sueldo por aquí, subida de retenciones de IRPF por allá, ahora te congelo el salario previamente recortado, luego te quito una paga extra... Minucias para ir capeando el temporal. Porque, como bien claro está quedando, esta crisis (¿he oído estafa?) en la que estamos sumidos está siendo la excusa perfecta para rehacer la sociedad a la imagen y semejanza de cómo le gustaría que fuera a los que nos gobiernan.

Así que, ¿por qué no aplicarle un expediente de regulación de empleo a los jueces? Hombre, si nos ponemos puntillosos, está esa minucia de que se trata de funcionarios con plaza ganada en oposición, y que además tienen la garantía adicional de inamovilidad que establece la Constitución, por aquello de evitar que los poderes del Estado anden poniendo y quitando jueces, como quien juega al cambio de cromos. Pero hay una categoría especial que no tiene esa protección, y que abunda mucho, la Justicia interina, los jueces sustitutos y magistrados suplentes.

Los y las jueces (me niego rotundamente a ponerle femenino a una palabra de género neutro) son seres humanos, y a veces, se ponen enfermos, o se quedan embarazadas, u ocupan cargos de responsabilidad en excedencia forzosa. También hay vacaciones, licencias por estudios, e incluso plazas que nunca se cubren, porque no las quiere nadie, y quedan vacantes en los concursos (¿recuerdan el juzgado de Corcubión? Como esas plazas no se pueden cubrir con miembros de la carrera judicial en sentido estricto, se tira de personal interino. He leído críticas furibundas contra los sustitutos en comentarios de otros artículos que he publicado, y la verdad es que ignoro la experiencia de cada uno con los jueces y magistrados que le haya tocado ver. Por lo que a mí respecta, he visto profesionales excelentes en muchos casos, que han prestado un servicio encomiable en plazas complicadas, y en unas condiciones que para muchos serían inaceptables.

Pero todo llega. El ministro de Justicia (qué exquisita aplicación de neolengua orwelliana) ha decidido recortar dos tercios del presupuesto dedicado a sustituciones, y en el País Vasco se han empezado a ver las consecuencias. ¿Y por qué en esa Comunidad Autónoma, una de las que siempre ha dedicado más medios a la Administración de Justicia? Pues muy sencillo, porque hay pocos titulares. Las oposiciones nunca han estado plagadas de candidatos vascos, a diferencia de otras latitudes, que podían incluso montar selecciones regionales de fútbol en las diferentes promociones. Es curioso, porque hay tres facultades de Derecho: la privada de Deusto, y las dos sedes de la pública de la UPV-EHU, en los campus de Ibaeta (en Donosti) y Leioa (margen derecha de la ría de Bilbao).

Sin embargo, la pujante economía de la zona parecía absorber la mayor parte de licenciados que escupían las facultades al término de cada promoción. Por otro lado, la difícil situación política, con una panda de descerebrados pegando tiros, y una todavía más grande de cabestros que les apoyaban quemando coches y cajeros, no hacía de esos destinos los más deseables del mundo, precisamente.

Así que el nutrido cuerpo de sustitutos ha sido la columna vertebral de muchos partidos judiciales de Euskadi, durante muchos años. Pero eso se acabó. Más de veinte de ellos han recibido la patada esta semana, cese con efectos el 11 de febrero: catorce en Vizcaya, tres en Alava, cinco en Guipúzcoa. Este último caso es especialmente sangrante, porque afecta a uno de los cuatro juzgados de lo penal operativos en la provincia (el quinto hace de oficina central de ejecutorias de los demás) y uno de los cinco de instrucción de la capital. Hablamos de un juzgado de instrucción que abre casi mil diligencias previas al trimestre, y un penal que viene señalando unos veinte juicios a la semana. Ahora los dejamos sin juez, ni titular, ni sustituto, ni mediopensionista. ¿Cómo va a acabar esto? Se lo cuento yo, rápidamente: la montaña de mierda va a superar la estratosfera.

Porque, claro, el plan del Ministerio no estaría completo sin el cierre de la pinza: prácticamente no se han convocado plazas para las oposiciones de este año. Cerca de cuarenta, entre jueces y fiscales, para todo el Estado. Así que ni siquiera van a disponer de jueces-becarios para ir tirando. No hay sustitutos, ni hay titulares, los juzgados siguen existiendo, el papel sigue entrando, y todo se atasca. Esto parece el poema “La segunda venida”, de William Butler Yeats. La envidiable y envidiada situación de la Administración de Justicia en el País Vasco toma el rumbo de igualarse con la de algunas de las Comunidades Autónomas más infradotadas de nuestro mapa judicial, como Cataluña o Andalucía. Dentro de un año, los juzgados de San Sebastián van a parecer los de Hospitalet, o los de Sanlúcar de Barrameda: legajos y legajos amontonados, hasta en el baño y los pasillos, pasto de las ratas y la humedad; causas y causas sometidas a esclerosis procesal, paralizadas a la espera de la muerte por prescripción. Enhorabuena, señor ministro. Ahora, azuce usted a la turba de espectadores de la Esteban o de Ana Rosa, diciendo que los jueces están cabreados porque les ha quitado los días de permiso y la paga extra.

Mientras tanto, en otra galaxia... la Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia mantiene a su magistrado sustituto. En un órgano judicial cuyas competencias se limitan a cosas como el enjuiciamiento penal de parlamentarios autonómicos o miembros del Gobierno regional, o recursos de casación relativos a cuestiones de Derecho Foral (como ven, cuestiones de todos los días), conservan a un tipo cuyo sueldo se parece más al de un magistrado del Supremo que al de un juez de pueblo. La Sala de lo Contencioso-Administrativo va un paso más lejos, y llega a mantener sus tres magistrados suplentes. Por lo menos, estos curran bastante, pues tienen competencias realistas.

En estos momentos, suena en mi cabeza una tonada de Amaral: “El dinero se acabó, ya no hay sitio para nadie...”. Vayan preparándose en el resto de España, porque no hay mejor remedio contra las acusaciones de corrupción que hundir todavía más al único poder del Estado que puede ponerles coto.

Por Teniente Kaffee

Publicado o 01/02/2013 en www.eldiario.es

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