Clamor ciudadano: Legislar menos, mejor y mas estable, y explicar lo legislado


7 ene 2013



A veces los Reyes Magos no son lo que parecen y a veces el Ordenamiento Jurídico no es tampoco la idónea regulación de la vida social que pretende ser. En el caso del Derecho Público español quizás hemos confundido complejidad con calidad y me pregunto, si al igual que los adolescentes de hoy día disfrutan de la última versión tecnológica de los juegos en vez de disfrutar de nuestros juguetes de infancia ( simples, artesanales o improvisados) no estaremos perdiendo la perspectiva del Derecho jurídicamente deseable y satisfactorio.
Lo digo porque en estos tiempos me viene a la mente la regla de derecho del jurista romano Ulpiano:
“honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere”,  o sea,
“ Vivir honradamente, no molestar a los demás, dar a cada cual lo suyo”.
1. No se puede decir mejor ni mas claro. Si cada cargo público aplicara esa sencilla regla de oro no nos encontraríamos con un modelo de gobierno enfermo – nacional, autonómico,local e institucional- con síntomas alarmantes: arbitrariedad del legislador y del ejecutivo; reglas de juego constitucionales forzadas por criterios políticos; modelo territorial reventando por las costuras; corrupción en todos partidos y Administraciones; órdagos de centralistas y nacionalistas; soberbia de cargos electos (“mal de altura”); Tribunal Constitucional y Consejo General del Poder Judicial como terrenos de juego políticos; poder judicial desapoderado; prejuicios hacia funcionarios y jueces; presupuestos desbocados en dirección equivocada; tijeretazos a mansalva que o no llegan o se pasan; desencanto ciudadano frente a la clase política, etc.
2. El problema de tan simple regla radica en que no es tan fácil aplicarla.
Así, “dar a cada uno lo suyo” plantea el problema de que “lo suyo” es lo que el Ordenamiento jurídico le reconoce como derecho, y eso remite a las leyes y su aplicación e interpretación, lo que despierta serias dudas de su alcance. El problema de tan sencilla fórmula se advierte si acudimos a la imagen de un restaurante, donde todos estaríamos contentos con que se aplicase el “dar a cada comensal lo que le apetece”; el problema de darle “lo que le apetece” surge en la práctica y dependerá de muchísimos factores: si el dueño del restaurante tiene tal producto, si el cliente puede pagarlo, si hay muchos clientes que piden lo mismo y hay que repartirlo, si el dueño sabrá condimentarlo al gusto exacto del cliente, si el cliente será capaz de transmitir su encargo con precisión de cocinero, si los valores de nutrición y salubridad permiten servir lo que “le apetece”,etc. Tarea titánica la felicidad. Y es que es fácil ponerse de acuerdo en las metas o principios generales pero la aplicación práctica se vuelve compleja.
La regla de “no molestar a los demás” está muy bien, pero si a alguien “le damos lo suyo” es claro que se lo hemos arrebatado a otro, con o sin razón, con lo que le hemos molestado.
Y la regla de “vivir honradamente” si se cumpliera exquisitamente haría superfluas las otras dos reglas, ya que nadie molestaría a nadie y nadie le quitaría a otro lo suyo, pero nuevamente la “honradez” es cuestión que mezcla consideraciones jurídicas ( es honrado quien cumple con las leyes que ni son pocas ni unívocas) y éticas ( es honrado quien además de tener la razón del derecho cumple con las máximas morales universales).
La debilidad de tales reglas resulta mas patente si pretendemos aplicarlos en la sociedad actual en clave multicultural, globalizada y bajo una aterradora crisis económica. En suma, el alborozo inicial con el bueno de Ulpiano se nos desvanece como un azucarillo. 
3. En mis tiempos de monaguillo ya me llamaba la atención como en el origen de los tiempos, cuando Jehová pactó con el pueblo elegido, los mandamientos que Dios escribió en tablas de piedra y entregó a Moisés fueron limitados a diez (10), que además, para evitar equívocos, se resumían en dos. Del mismo pacto, curiosamente la versión judía se contiene en la Torá (Pentateuco) y computa nada menos que seiscientos trece mandamientos (613). Este ejemplo muestra como un mismo fenómeno o mensaje del poder admite distintas versiones regulatorias, en calidad y cantidad.
Y por eso, a los Reyes Magos le pediría que se legislase mejor, que se legislase menos, que se legislase a largo plazo, y que lo legislado se explicase más. Y se evitarían situaciones como esta….

Publicado o 06/01/2013 en www.contencioso.com
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