Por pelotas


19 nov 2012



Por Ignacio Escolar
Los hechos. Hay un chaval de 13 años con el cráneo sangrando tras una carga policial. Hay también una mujer que ha perdido la visión en un ojo, víctima de un pelotazo de goma. Y hay unconseller de Seguridad de la Generalitat catalana, señor Felip Puig, que ni dimite ni investiga ni abre expediente alguno. “A los malos les seguirán persiguiendo los Mossos d´Esquadra”, dice el señor de las porras con el lenguaje chulesco de cualquier matón de barrio. Los malos: una mujer tuerta y un crío con el cráneo sangrando.
Las explicaciones. Para Puig, lo del chaval fue un hecho “fortuito”, cuestión de “mala suerte”. Más indignante es lo que cuenta sobre esa bola de goma que le dejará a Ester Quintana sin un ojo de por vida. Según Puig, tal cosa no sucedió, a pesar de lo que vieron varios testigos. “Durante todo el día no se dispararon pelotas de goma”, dice el conseller; será que la mujer se destrozó el ojo ella sola.
Las consecuencias. ¿Qué tiene que pasar para que alguien tome medidas contra estos abusos policiales?, se preguntaba Isaac Rosa hace unos días. La respuesta es obvia: da igual lo que suceda porque nunca pasa nada. No es ni el primer cráneo roto ni el primer ojo perdido: desde 1990, ya van 24 tuertos en toda España por obra y gracia de las pelotas de goma, un armamento antidisturbios que está prohibido en muchos países más civilizados que éste. Ni siquiera basta con que haya un muerto: ya lo hemos tenido, hace unos meses en Bilbao por uno de estos pelotazos. Algunos políticos aprovecharon aquella noticia para “plantear un debate” sobre este tipo de armas, tan dañinas. El debate quedó en nada. ¿Hace falta otro muerto para que se reabra?
Publicado o 18/11/2012 en www.eldiario.es
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