Un artículo de El Gran Wyoming publicado en www.publico.es
La pérdida de soberanía de los países de la órbita occidental, ahora que la Economía lo domina todo y cuando los parlamentos parecen actuar como ratificadores de medidas que toman los poseedores de la clave de la Gran Caja donde se guardan los activos que deciden el futuro de la Humanidad, ha generado esta ola de rebelión tardía, pero inevitable.
Cuando las cifras del paro rondan los cinco millones y el juvenil supera el 40% algo tiene que ocurrir. Vivimos en un país democrático y nadie debería extrañarse de lo que está pasando, aunque, sorprendentemente, los que más se indignan y no paran de ver maniobras conspiratorias de Rubalcaba son los medios de la derecha, que han estado clamando durante los últimos años contra la pasividad social y a favor de las revueltas populares. El propio González Pons se extrañaba de que Madrid no fuera El Cairo. Ahora que llega esa manifestación de repulsa, no la quieren. Se empeñan en venderla como un exabrupto radical y violento, a pesar de que es imposible prever una concentración más civilizada y pacífica.
Sin embargo, a pesar de las consecuencias y de la triste realidad, no estoy de acuerdo en absoluto con que los dos partidos mayoritarios sean iguales, con la sigla PP-PSOE.
Creo que Rubalcaba y Mayor Oreja representan dos mundos opuestos, radicalmente opuestos, lo mismo que Aznar y Zapatero, aunque tengan los mismos amos. A IU no la meto en el saco porque no se la cuestiona, pero tampoco es igual, ni de coña.
Hay que parar como sea la privatización de la sanidad y del agua. Nos jugamos el futuro.
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