Publicado en www.nuevatribuna.es
El responsable de Salud Laboral de Comisiones Obreras considera que los accidentes laborales deberían tener una mayor repercusión y reprobación social. No obstante, este 28 de abril, Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, Pedro Linares hace un balance positivo por el descenso de la siniestralidad.
Cara a la celebración del Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, usted mismo, como responsable de CCOO y la representante de UGT han mantenido un encuentro con la Fiscalía General del Estado para evaluar los datos sobre siniestralidad laboral. Cuéntenos cómo ha ido ese encuentro.
Pedro Linares | Hacemos una valoración positiva, tanto nosotros como la propia Fiscalía, porque se ha visto que el impulso de estos últimos años ha servido para que se incrementen los escritos de acusación por parte del Ministerio Fiscal y haya actividad judicial contra delitos que se producen en el ámbito laboral. En 2010 se han llevado a cabo 33 acusaciones, no por lesiones, sino simplemente por la exposición a riesgos inadecuados por parte de los empresarios. En total se realizaron 859 escritos de acusación y ha habido 552 sentencias en juzgados de los penal. Uno de los principales problemas sigue siendo el tiempo que transcurre desde que se inicia un procedimiento hasta que hay una sentencia firme. Según la Fiscalía, la media de este último año son 60 meses o 5 años que puede llegar a tardar para ver resarcidas las responsabilidades por actuaciones o por incumplimientos de este tipo.
A su juicio, ¿qué es lo más importante de reivindicar este año en el Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo?
En primer lugar, el simple hecho de la conmemoración. Es un día reivindicativo por la actividad que realizan delegados en las empresas y como reconocimiento a las propias víctimas. ¿Qué se está produciendo en el ámbito de la siniestralidad laboral? En el fondo se asumen como si fueran parte del progreso, como si se produjeran accidentes de manera natural y además tienen un tratamiento escaso en los medios de comunicación. El año pasado se han registrado 737 muertes pero han tenido un escasísimo eco en los medios. De esta manera pretendemos siempre que el día 28 de abril sea un acto reivindicativo para recordar que todas estas muertes no son estadísticas, no son números, es igual que pasa como en los accidentes de tráfico. Estamos hablando de familias que han perdido a seres queridos y que sus proyectos de vida se ven condicionados por estos accidentes. Teniendo en cuenta que todos los accidentes son evitables hay medios para poder descender estos niveles de siniestralidad de una manera razonable.
Precisamente, desde CCOO y UGT se ha pedido que se equiparen en este sentido los accidentes laborales con los de tráfico.
No es tanto la equiparación como el tratamiento. Socialmente tendrían que tener el mismo nivel de conocimiento y de reprobación y ahora mismo los accidentes laborales parece que son olvidados, que son invisibles. Hay dos muertos al día y resulta que solo se ha conocido que ha habido 4 fallecimientos en un incendio o un accidente en un helicóptero. Cosas muy puntuales cuando es un drama permanente. Y eso en lo que respecta a muertes, pero son 1.400.000 accidentes los que se han declarado y creemos que hay una parte que no se declara. Esto tendría que tener una mayor repercusión y reprobación social y además las empresas ganarían en competitividad.
¿Cree que se produce una mayor falta de seguridad en el trabajo en épocas de crisis?
Creemos que hay mas relajación en cuanto a los cumplimientos legales porque se priorizan otras actividades dentro de las empresas. La prevención de riesgos cae a un segundo plano. Para los empresarios se hace prioritario cualquier cosa que tenga que ver con la propia viabilidad de la actividad económica. En cierta medida, todo se compra en el mercado, lo de la prevención también, porque contrato con un servicio de prevención ajeno y pago un seguro que me da cobertura, así ya tengo cubiertas mis responsabilidades legales y eso evidentemente se ve alterado en tiempos de crisis. Las cifras indican que ha habido un descenso en siniestralidad, pero no lo es porque haya una mejor prevención sino porque el empleo se ha visto afectado en aquellos sectores que tenían índices más altos. También creemos que, de alguna manera, las altas tasas en estos sectores, se han llevado por delante buena parte de empleo precario, en actividades como la construcción estaban muy basados en mano de obra de carácter precario, muy intensiva, eso se está modificando, la mano de obra más intensiva ha caído con el nivel económico de actividad. Y luego está el tema de la economía sumergida, donde normalmente no se declaran, no existe cobertura legal y donde es bastante elevado el volumen de población que no tiene cobertura de las situaciones derivadas de los accidentes y de las enfermedades profesionales.
El Plan de empleo sumergido que prevé aprobar el Gobierno esta semana puede evitar esas situaciones.
El que aflore este tipo de empleo tiene efectos sobre la economía y también en términos de reconocimiento del daño. Esto podría suponer que se incrementaran los índices de siniestralidad, sería lo lógico, pero lo que decimos es que aquello que es invisible no se puede prevenir nunca y conociéndolo permite la adopción de medidas preventivas en la empresa e incluso en cuanto a las políticas públicas.
¿Cuáles son los tipos de enfermedades profesionales más frecuentes que se dan en España?
En 2009 se registraron 3 fallecimientos de trabajadores que estuvieron inactivos por una enfermedad profesional y 59 que fallecieron estando en situación de incapacidad permanente con menos de 65 años, son cifras muy pequeñas para el daño que realmente se produce. De lo registrado, de las 16.900 enfermedades profesionales, en torno al 80% tiene que ver con los agentes físicos, exposición a radicaciones por ejemplo; y con los movimientos repetitivos y las posturas forzadas. Estamos hablando en torno al 63% de todas las enfermedades. Esto, en términos técnicos es relativamente sencillo de evitar y sin embargo son los casos más numerosos. Enfermedades por cáncer se han reconocido 34 por exposición a agentes cancerígenos durante 2010. El objetivo está plasmado en el lema de esta campaña ‘Cáncer cero en el trabajo’ y para conseguirlo se requiere un tratamiento muy sistematizado, porque hay exposición a productos químicos, como casos de silicosis asociada a trabajos con el sílice o a trabajos con compactado de cuarzo, o incluso con encimeras de cocina. De los cánceres reconocidos, 25 han sido producidos por amianto. Pero son muy pocos para lo que ha sido la exposición de una cantidad importantísima de trabajadores durante mucho tiempo, que están apareciendo ahora porque tienen una latencia muy larga, de 20, 25, 30 años, para que aparezcan -por ejemplo- problemas pleurales. Por ello, queremos que afloren esas enfermedades para que puedan ser tratadas adecuadamente y para que se puedan implementar políticas que corrijan algunas de las exposiciones.
Los sindicatos estáis denunciando que las Mutuas son las principales responsables del ocultamiento de las enfermedades profesionales.
Son las principales responsables porque son las que tienen la responsabilidad de hacerlo en principio, porque las contingencias profesionales son ellas las que las gestionan. ¿Hay otros responsables? Sin duda. El sistema público de salud no hace declaración de sospecha de enfermedades profesionales cuando hay previsiones legales para que lo pudieran hacer. Alguien con una patología se va a su médico de atención primaria y nadie le pregunta cuál es el origen; de eso no podemos decir que sean las Mutuas responsables. La persona se cura, se le trata su patología y recae tres meses después. De las declaradas son normalmente por movimientos repetitivos, por una contractura cervical y nadie la asocia a su tipo de actividad. Entonces, la responsabilidad no sólo es de las Mutuas, pero a veces son las propias mutuas las que intentan derivar las patologías al sistema público de salud sin reconocer el origen laboral de la patología.
Imagino que las enfermedades psicosociales serán aún más difíciles de reconocer.
El origen laboral en estos casos es difícil de establecer y además tenemos el problema principal que el sistema de notificación y reconocimiento de enfermedades, una lista determinada que asocia determinado tipo de patología con una determinada actividad, y no existe la patología derivada por problemas psicosociales, con lo cual no se puede declarar. Para nosotros es un objetivo prioritario que se actualice la lista de enfermedades profesionales y que haya algunas que se puedan declarar, tratar y prevenir en un marco más amplio y no exclusivamente en un determinado tipo de actividad.
Prácticamente la mayoría de los casos que llegan a los juzgados se saldan con un simple acuerdo económico. ¿Cree que es necesaria una nueva normativa para se asuman otro tipo de responsabilidades?
Hay que unificar criterios en los ámbitos judiciales. Normalmente, el trabajador o las familias -cuando hay fallecidos- se enfrentan a procesos muy largos y es más fácil llegar a un acuerdo de carácter económico. Por eso valoramos muy positivamente el trabajo de la Fiscalía porque ha modificado incluso la concepción del delito penal. En ocasiones se ha considerado que si no hay lesiones no hay un problema, pero hay quien pone en riesgo a terceros, pone en riesgo a un trabajador porque no le da las medidas suficientes o porque le está exigiendo la realización de una actividad sin esas medidas. Por ejemplo, en un accidente, un trabajador pierde la vida y el que está al lado no. Solamente se ha producido el daño o solamente hay un ilícito penal por el fallecido cuando el que está al lado no ha fallecido de casualidad. Ha existido un delito de riesgo porque el trabajador no tiene que jugarse la vida cada vez que va al puesto de trabajo.
¿Cuál es el balance que hace dieciséis años después de que entrara en vigor la Ley de Prevención de Riesgos Laborales?
Se ha avanzado bastante en términos generales, y más en empresas grandes a las que la ley ha obligado a tener servicios de prevención propio. Se ha mejorado sustancialmente y de hecho la evolución de la cifras de siniestralidad en nuestro país lo que vienen a afirmar es que se ha transitado por el buen camino porque se han conseguido reducir sustancialmente los índices de siniestralidad. Mientras en 2006, la tasa de accidentes mortales era de 6,1 por cada 100.000 trabajadores, ahora es de 3,8, casi la mitad. Aunque también hay que tener en cuenta la caída de actividad, la crisis ha influido muchísimo ya que se han perdido un millón de puestos de trabajo en el ámbito de la construcción. Pero, la tendencia en el largo plazo, en los últimos 10 años, ha sido una reducción sustancial.
¿Cuál es el principal objetivo de la campaña ‘Cáncer cero en el trabajo’ impulsada por CCOO y UGT con motivo del Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo?
Hay que conocer exactamente lo que está pasando en el ámbito de los cancerígenos, conocer cuántos trabajadores hay expuestos a cancerígenos, cuantas enfermedades son atribuibles a cáncer de origen laboral. Hay que intentar conseguir el reconocimiento y después la intervención de los poderes públicos y en el ámbito de la empresa para intentar reducir la exposición a esa serie de agentes. Con ello pretendemos contribuir a que descienda el nivel de exposición. Por ejemplo, el hecho en sí de la Ley antitabaco ha supuesto que haya un millón menos de trabajadores expuestos a cancerígenos como es el humo del tabaco. Pretendemos ir identificando otros ámbitos donde se pueden utilizar productos con menor carga cancerígena o incluso utilizar productos que no lo sean.
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