A Coruña: Delitos por alcoholemia


7 abr 2009


Abr07
Os xulgados reciben cada semana unha media de 25 casos de alcoholemia

 

Publicado en www.laopinioncoruna.es

 

PROBLEMAS DE TRAFICO EN LOS ACCESOS A LA CIUDAD, EN LA CALLE LINARES RIVAS La mezcla de alcohol, noche y velocidad ha estado presente en los accidentes que, durante la última semana, se han producido en la ciudad. Las alcoholemias llenan de procedimientos los juzgados, que, en ocasiones, llegan al colapso. Reciben 25 de estos casos a la semana

El Juzgado de Guardia recibió durante este año una media de 25 casos de alcoholemias positivas cada semana. Los que llegan ante el juez acusados por conducir bajo los efectos del alcohol suelen superar el límite de 0,60 miligramos de esta sustancia en cada litro de aire expirado, por lo que ya se considera un delito, aunque hay casos también de conductores que, aún sin llegar a la barrera de los 0,60 miligramos, son enviados al juzgado porque su continuidad al volante de un vehículo entraña un grave peligro para las personas que circulan en condiciones normales.

Cada uno de los siete juzgados de instrucción con los que cuenta la ciudad recibe, desde que se ha cambiado la ley de seguridad vial, más de una veintena de casos semanales de alcoholemias, algo que ha incrementado el trabajo de los funcionarios y que ha contribuido al colapso de los juzgados. Los que llegan ante el juez e incurren en un delito penal, además de una multa económica y la pérdida del carné durante un año, deben pagar a la sociedad prestando unos servicios a la comunidad que, en A Coruña, no se están aplicado, ya que no existen lugares en los que los infractores puedan prestarlos. En ocasiones, si los pilotos son reincidentes, la pena puede llevarlos a la cárcel hasta dos años.

La mezcla de alcohol, noche y velocidad ha causado ya infinidad de accidentes en la historia de la ciudad. Dos de ellos en los últimos cuatro días y a lo largo de la ronda de Outeiro. En el que no está probado el consumo de alcohol es en el que se produjo la madrugada del domingo al lunes, en el que un turismo se salió de la vía cuando circulaba en dirección entrada a la ciudad a la altura del desvío de la ronda de Outeiro por Alfonso Molina.

El conductor del vehículo siniestrado avisó de que se había visto involucrado en un accidente y, antes de que llegasen la ambulancia y los agentes de tráfico, se dio a la fuga, dejando a su copiloto dentro del coche y herido de gravedad.

La salida de la vía se produjo pasadas las cinco de la madrugada y el conductor fue identificado a la una de la tarde en las inmediaciones del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña, al que había sido trasladado su copiloto y al que acudió el conductor para ser atendido de una profunda herida en la frente.
Dice la vicepresidenta de la asociación Stop Accidentes, Jeanne Piccard, que el problema es que no hay suficiente vigilancia policial y que quebrantar las leyes de la circulación sale gratis a los que no se ven involucrados en un accidente y a los que, en ese momento, están lejos de la visión de la única patrulla que existe en toda la ciudad para controlar a los que se saltan los semáforos en rojo y a los que se quedan obstaculizando la circulación en un cruce por haber pasado cuando el disco del semáforo ya había dejado de estar ámbar. "No podemos tener una patrulla para cada conductor", se defiende el oficial de tráfico de la Policía Local, Manuel García Castro. Las cifras de los conductores que se ponen al volante después de haber bebido son alarmantes.

Manuel Maceiras es el propietario de Aula Nosa, la única academia de la ciudad que imparte los cursos necesarios para que los pilotos puedan recuperar los puntos que han perdido. "Cuando llegan lo ven como algo normal, creen que todo el mundo conduce bebido, que no necesitan las clases, que es injusto que los hubiesen enviado porque consideran que, con haber abonado la multa, ya han pagado" y que, a quien más a quien menos le falta algún que otro punto en el carné de conducir. Cuando salen -bien sea después de 12 o de 24 horas de lecciones de sensibilización- la percepción de la realidad es muy diferente. Tanto que, asegura Maceiras, de los 500 alumnos que han pasado ya por sus clases tan sólo han vuelto cinco como reincidentes.

Sólo la vicepresidenta de Stop Accidentes cree que la ciudad está plagada de puntos negros y que la ronda de Outeiro es uno de ellos, porque incita a los conductores más temerarios a pisar el acelerador y a saltarse los semáforos. "Es necesaria la creación de zonas 30", asegura Piccard, que cree que hay demasiada "permisividad social" con los conductores ebrios y con los que quebrantan los límites de velocidad y que, si es obligatorio ir a 50 kilómetros por hora y no se respeta, habrá que bajar a 30 la legalidad del velocímetro.

"La creación de la tercera ronda provocará aún más accidentes", augura Piccard, que no se cree la teoría del oficial García Castro sobre la cantidad de accidentes que se han registrado en la ronda de Outeiro estos días: "Es una de las calles más largas y más transitadas de la ciudad, tiene más posibilidades de tener accidentes que las demás". El oficial se escuda en que las zonas en las que se han producido los siniestros nada tienen que ver con el estado o con la disposición de la carretera, sino con la velocidad y, en ocasiones, con el consumo de alcohol. Dicen los que se ven obligados a transitar cada día por las vías de la ciudad, que son los usuarios de las carreteras los que las hacen peligrosas en A Coruña. "Cuando se detecta un tramo con más riesgos en el que se registran más accidentes, inmediatamente se estudia y se intenta corregir", asegura el oficial de tráfico de la Policía Local.

Para lo que unos es una garantía de conducción ordenada, para otros entraña casi tanto peligro como un exceso de velocidad y es que las tres luces que regulan el tráfico se convierten, en ocasiones, en generadores de alcances entre turismos. "En un cruce, cuando los dos coches tienen el disco en ámbar deberían parar pero, en ocasiones, uno de los conductores piensa que el otro no puede pasar porque su semáforo está en rojo y el otro cree que si él se incorpora al cruce no pasará nada porque al otro coche le acaba de aparecer la luz roja que le impide pasar y surgen los alcances porque, al final, intentan pasar los dos, sin razón, y ocasionan un accidente, porque juegan con el margen de error de los semáforos", explica el oficial García Castro. "Cada vez que se pone un semáforo en rojo pasan tres o cuatro coches más de los que deberían", se queja Piccard para la que, al igual que para Manuel Maceiras, la clave está en la educación y en el respeto por las normas establecidas.

"Muchos de mis alumnos salen de los cursos preguntándose: ¿Por qué no nos enseñaron esto en la autoescuela?", y es que en las lecciones que reciben los que intentan recuperar los puntos perdidos se juega con la emotividad, con los testimonios y los casos reales y para los que creían que la conducción bajo los efectos del alcohol no tenía ningún tipo de consecuencia se abre un mundo en el que sí existen: familias que han perdido a algunos de sus miembros en el asfalto, jóvenes anclados de por vida a una silla de ruedas y conductores temerarios que se ven obligados a pasar el resto de sus días en una cama, sin enterarse de lo que ocurre a su alrededor.

Existen dos tipos de cursos: los que permiten recuperar en 12 horas cuatro puntos -siempre y cuando se conserven algunos puntos en el documento- y los de 24 horas, que se imparten para los que no tienen ya puntos.