Este fin de semana ha tocado el segundo cambio de hora del año, lo que
nos ha permitido pasar en cama, de fiesta, o trabajando una hora más.
El cambio horario genera siempre mucha controversia,
pero no hemos de olvidar que es una medida que no se aplica sólo en
España o en Europa y no en todas partes afecta de la misma manera como
veremos a continuación.
El motivo por el que se ha instaurado el cambio horario en muchos países del mundo es el ahorro energético, según dicen.
La primera vez que se utilizó fue en la primera guerra mundial,
algunos de los países implicados lo adoptaron para ahorrar energía. Con
la crisis del petróleo de 1973 se volvió a recuperar esa medida con
carácter más general, todos los países industrializados del mundo,
excepto Japón, la han instaurado.
Análisis
Para ver la influencia del cambio horario, primero conviene saber a que horas nos traslada ese cambio, para lo cual os presento la siguiente tabla con el orto y ocaso en los solsticios de verano e invierno.
En España he escogido tres ciudades en representación del centro, el
este y el oeste: Madrid, Mallorca y A Coruña, respectivamente. En Europa
he escogido Belgrado y Estocolmo, como cuidades situadas al más al
Este, una con una latitud similar a la nuestra y otra mucho más al norte
como sabréis, Múnich como centro por situarse bastante centrada tanto
en latitud como en longitud, y A Coruña me vuelve a servir de ejemplo de
ciudad más Occidental.
La gran cantidad de horas de sol que hay en verano
hacen que el cambio de hora no repercuta de manera apreciable, ni en los
hábitos de vida, ni en el consumo energético, si bien es preferible que
el amanecer sea lo más tarde posible y el anochecer igual, por lo que
en este caso el cambio horario parece que es más cómodo, de nada nos
sirve que sean las seis de la mañana cuando amanece, salvo para llegar a
casa de día en vacaciones tras una noche de fiesta.
De tal modo que donde se podría apreciar ahorro es en el horario de invierno,
donde se pueden aprovechar mejor las escasas horas de luz, pero de
nuevo el ahorro energético que puede producir es de escasa cuantía, ya
que si bien conseguimos retrasar la hora del amanecer, también movemos
en la misma dirección la puesta de sol, con lo que se va lo comido por
lo servido, sobre todo con los horarios que son habituales en España.
Como se puede apreciar, ya dentro de España hay casi una hora de
diferencia entre Coruña y Palma de Mallorca, lo que hace que se absorba
esa diferencia horaria, ya que mientras que a los de un lado de la
península les permite ir al trabajo con luz diurna, otros tengan que ir a
recoger a los niños al colegio de noche.
Si nos trasladamos a Europa vemos que las diferencias horarias son
tan grandes que la única manera de aprovecharlas es con unos horarios
laborales adaptados a las horas de sol, en definitiva la clave no es
tanto el huso horario como el uso de los horarios.
Conclusiones
Conclusiones
- El verdadero ahorro energético no se produce adaptando la hora al horario solar, ya que como vemos en las tablas, nunca lloverá a gusto de todos.
- El cambio horario supone un pequeño beneficio en algunos casos, un pequeño perjuicio en otros y es indiferente en un porcentaje muy elevado.
- Lo que realmente produce ahorro es adaptar el horario de vida al horario solar. A algunas empresas, el hecho de que su actividad se desarrolle en horario diurno les puede suponer grandes ahorros, a otras les es absolutamente indiferente, y a otras les beneficia más trabajar en horarios nocturnos.
- La clave es por tanto tener un horario laboral razonable y racional, no puede ser el mismo para todo y para todos, no es lo mismo una discoteca que una oficina, no es lo mismo una pareja joven sin hijos que una madre soltera de 45 años..
Publicado o 28/10/2013 en www.elblogsalmon.com
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