"La sociedad sabe que no somos unos vagos"


19 sept 2011


Alejandro Carbajo está sentado en el salón de actos como si fuera a dar una conferencia. Pero el patio de butacas está vacío. Detrás del sillón, una hilera de recortes de periódico con las protestas de los profesores. A un lado, colchones inflables. El falso conferenciante reparte viandas por la mesa. Es leonés, maestro de Educación Física de Primaria de 31 años y sindicalista.
Publicado en www.elpais.com




Alejandro Carbajo está sentado en el salón de actos como si fuera a dar una conferencia. Pero el patio de butacas está vacío. Detrás del sillón, una hilera de recortes de periódico con las protestas de los profesores. A un lado, colchones inflables. El falso conferenciante reparte viandas por la mesa. Es leonés, maestro de Educación Física de Primaria de 31 años y sindicalista. Por unos días es un encerrado y, por un rato, anfitrión de un almuerzo con la comida que les van dejando las visitas: pepinillos, patatas, tomates de una huerta que huelen de maravilla... Un grupo de representantes sindicales tomó el pasado 1 de septiembre una oficina de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid al norte de la capital, en la calle de Vitruvio. Se turnan en un encierro intermitente. El miércoles, día de la cita, Carbajo estaba con otros dos compañeros de CC OO. Le relevaron el fin de semana.

El encierro es un foco de las protesta docentes contra los recortes educativos en Madrid. Según cálculos de los sindicatos, dejan fuera a 3.000 docentes interinos de Secundaria y afectan a la calidad de enseñanza. La Comunidad, que no ha dado cifra oficial, niega que se pierdan tantos y que la calidad se vea mermada.

Carbajo no parece ni un maestro ni un liberado sindical al uso. Encaja más en el perfil de un indignado del 15-M, un movimiento en el que también participa. Estos días anda emocionado. "La gente se va uniendo como en una marea verde". El término hace referencia al color de las camisetas que usan durante las concentraciones. Lo acuñaron los organizadores en las redes sociales. Herramientas como Twitter o Facebook les resultan muy útiles. Al inicio del encierro, varias profesoras llevaron a Vitruvio una carta enviada por la presidenta regional Esperanza Aguirre a los docentes para explicar los cambios. Al texto le faltaban tildes. "Una de las profesoras la trajo corregida en rojo y pensamos: ¡Madre mía!", explica el anfitrión, que come muy despacito un sándwich de jamón y queso. "Subimos una foto a Twitter". La carta salió en todas partes. "Imagina, una mujer que ha sido ministra de Educación...". La Comunidad explicó que debió ser un fallo al mecanografiar una copia, porque la misiva archivada en el registro estaba bien escrita.

A Carbajo le molestaron las declaraciones de Aguirre en las que dijo que solo trabajan 20 horas (la presidenta se retractó después). "Nos quería hacer pasar por vagos, pero la sociedad sabe que no es así. No protestamos por trabajar más, sino por una mejor educación pública".

El maestro llegó hace cuatro años a Madrid. Pasó dos años en las aulas y lleva otros dos como liberado. "No tenía contacto con los sindicatos, me lo ofrecieron y vi que también se puede luchar desde fuera", justifica. Asume que tienen mala imagen. Primero echa la culpa a los medios ("se lanzan mensajes simplistas sobre nosotros") y luego admite fallos ("somos personas, no máquinas, a veces nuestra información no llega a la gente"). No se atreve a pronosticar cómo acabarán las protestas, pero está contento con el arranque. "La batalla que no se da es la única que seguro que se pierde".


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Foto: Uly Martín