José Luis Méndez Romeu, Conselleiro de Xustiza


29 sept 2008


Set29
«Que soy un estirado es una leyenda con visos de realidad»


Su despacho tiene tanta luz que se parece mucho a como uno se imagina la antesala del purgatorio. El genio y la figura de José Luis Méndez Romeu (A Coruña, 1951) son inherentes al conselleiro. Su trastienda es una mínima variación de su fachada, aunque algo hay.

-Pois nada, é unha entrevista curta, entre o persoal e o profesional...

-¿Galego ou castelán?

-Escolle o entrevistado...

-¿Para La Voz?

-Sí.

-¿Contraportada?

-Sí.

-En castelán [se ríe].

-Perfecto. Tenía otra idea para empezar, pero ha salido una encuesta de popularidad de los conselleiros y usted es el primero... por la cola...

-[Sonríe] La popularidad es importante para el presidente de la Xunta, que, al final, es el referente del voto socialista. Para los miembros de su equipo es una cuestión absolutamente secundaria. Además, las personas no tienen una percepción muy exacta de lo que hace cada uno de los miembros del Gobierno, lo cual, por otra parte, es normal.

-Pues en su caso, con Presidencia, Administracións Públicas e Xustiza...

-Porque la mayor parte de lo que hacemos aquí no tiene visibilidad para el público, son servicios, funciones para las propias Administraciones, asuntos de seguridad...

-Pero, entre ustedes, ¿no se pican?

-No, realmente, la única rivalidad que hay entre los conselleiros tiene que ver con el presupuesto. Agotado ese trámite, las relaciones son muy cordiales.

-Si pregunto por ahí por Méndez Romeu sale aquello: «Sí, ese señor tan estirado». ¿Qué le parece esa fama?

-[Se ríe, con tímidas carcajadas]. A estas alturas, admito que eso es una leyenda con visos de realidad.

-¿Entonces sí, lo es?

-Probablemente sea cierto y transmita una sensación de lejanía que seguro que, en la distancia corta, no es así.

-Le gusta, vaya...

-Hombre, si me pidiesen contar un chiste en cada Consello de la Xunta, tendría que renunciar [se ríe]. Creo que las personas transmitimos nuestras características personales en el trabajo. Gobernar es una tarea muy seria, no es necesario frivolizar, sino poner en valor lo que hacemos. Y como me he dedicado muchos años a tareas de gobierno, probablemente he ido adquiriendo el rictus de seriedad y distancia. En general, a los políticos nos falta sentido del humor, tendemos a solemnizar demasiado, a veces solemnizamos lo obvio. Por eso los medios son tan importantes: para contar lo que hacemos, a veces para contar lo que no hacemos y, sobre todo, para introducir distancia.

-¿Ser conselleiro es lo que pensaba que era?

-Cuando era niño no aspiraba a ser conselleiro. Y cuando estaba en la oposición tenía la percepción global de que algún día nos tocaría gobernar, pero nunca lo vi en términos personales. Al final, los nombramientos dependen de la idoneidad y de la oportunidad. Pero no es un mal sitio.

-En el Parlamento siempre tuvo fama de primer espada, de hablar sin papeles...

-Eso me lo dicen con una cierta frecuencia. Lo llamativo es que la mayor parte de las personas necesiten hablar apoyándose en papeles. En otra época, la oratoria estaba mejor valorada. Pero en diez minutos que tiene un diputado, se pueden decir muchas palabras pero pocas ideas. Si las ideas están claras, las palabras deben fluir de manera natural. Deberíamos tender a erradicar la lectura de papeles, salvo en temas muy especializados; tendríamos debates más interesantes.

-Igual habría que hacer un «casting» de diputados...

-Hay muchas formas de aprender a hablar. Y hay buenos oradores en la Cámara que, por estar pegados a los papeles, pierden brillantez.

-No vive en Santiago...

-Vivo en Santiago en el sentido de pasar aquí muchas horas. Duermo en un municipio cercano a A Coruña.

-Es usted un melómano...

-Sí. Estamos en plena temporada de ópera. Y acabo de tener una satisfacción vital muy importante: haber contribuido al estreno de la primera ópera que se hace en Galicia en ochenta años. Aquí escuchamos música clásica y mis colaboradores se ven obligados a compartir mis gustos. La música moderna está bien para la radio; aquí prefiero la serenidad de los clásicos.

Texto y fotos: lavozdegalicia.es