Movimiento de indignados: ¿ torre de Babel o Faro de Alejandría?


21 may 2011


Un artículo de Sevach publicado en www.contencioso.es

Los movimientos de rebeldía contra el “establishment” reflejan el hastío y la indignación del ciudadano común frente a un sistema político que revienta por las costuras. El sistema democrático actual no es malo y tiene notables ventajas, pero no quita que sea manifiestamente mejorable. Y mas mejorable parece cuando la partitocracia se ha adueñado del estado, los sindicatos se burocratizan, los gastos sociales se tambalean y el mercado global dicta sus reglas. Lo mas llamativo de esos movimientos que se concentran en plazas bajo etiquetas tan neopopulistas como “ Democracia Real Ya” o “ Movimiento 15-M” es su capacidad de liderazgo y de convocatoria de una inmensa mayoría insatisfecha. Sin embargo, me temo que este fresco movimiento, espontáneo y cautivador para quienes necesitan creer en el futuro, tiene los días contados y se extinguirá súbitamente como los dinosaurios, sin que nadie sepa a ciencia cierta la causa de su extinción.

1. La fuerza del Movimiento radica en la capacidad de convocatoria ( informal y por la red), en el alcance masivo de destinatarios ( los descontentos, muchos y por muchas razones) en su disponibilidad ( no tienen nada que perder) y sobre todo, en que poseen la razón. Quizás no tienen soluciones pero sí saben ver los problemas e identificar como responsable a la partitocracia, desprestigiada con brotes de corrupción y vergonzosos episodios: reparto de cargos públicos en instituciones por cuotas de partido, pactos entre fuerzas políticas que ocultan chalaneos de bajo nivel, distribución de altos cargos judiciales por negociación de partidos políticos, pesebres de fondos públicos para quienes deberían administrarlos, etc.

Por eso Sevach cree que la conquista auténtica sería romper ese menú abierto de peticiones a los Reyes Magos mediante carteles con aroma de Mayo del 68 cruzado con huelga de estibadores portuarios. Deberían eliminarse las peticiones genéricas ( trabajo para todos, regeneración ética, bienestar de la sociedad, derecho a la cultura, protagonismo ciudadano, etc) y centrarse en dos únicas e irrenunciables peticiones concretas y pragmáticas, que a mi juicio pudieran cosechar el consenso de todos los indignados. El consenso y las fuerzas han de canalizarse hacia la obtención de los MEDIOS, ya que para el poder establecido es muy fácil compartir los FINES de los indignados, aceptarlos y ya se verá. No se puede apuntar a todo el monte si se quiere cazar algo. Si todos los cazadores tiran ambiciosamente a todas las piezas, nos encontraremos ante la vieja fábula del cazador cazado.

2.Así, modestamente pienso que dos deberían ser las únicas medidas globales, ya que todas las peticiones agitadas por los indignados, como los mandamientos, podrían encerrarse en dos:

La primera, para conseguir medios políticos, consistiría en la reforma de la ley electoral para suprimir las listas de candidatos a los parlamentos por partidos, cocinadas en trastiendas e impuestas a los ciudadanos. Votar personas y no siglas. Votar a quienes no deban su escaño a burocracias y oligarquías de partido que buscan ejercer poder en la democracia mas que llevar la democracia al poder. Votar a quienes no deban bendecir con su voto parlamentario lo pactado en los sótanos por su partido. Las listas electorales son fruto de las carreras “profesionales” dentro del partido y no de lo que necesitan los ciudadanos. Sólo eligiendo directamente a las personas que ofrezcan su aval de credibilidad personal, puede concentrarse la confianza y la correlativa responsabilidad. Parlamentarios conocidos por los votantes y que tengan acceso real a ellos, para elogiarles o criticarles. Nada de la inflación publicitaria cada cuatro años con falsas sonrisas y “días de puertas abiertas” que encubren la real opacidad de los castillos del poder público. Con tales representantes, por lo menos se dispondrá del medio ara aprobar leyes socialmente aceptables. Se dirá que es excesivo expulsar a los mercaderes del templo, que la Constitución alza a los partidos como pieza fundamental, que los países con listas abiertas no son modélicos…pero lo que está claro es que el sistema electoral actual está en la raíz del desencanto y si algo se quiere cambiar, se puede.

Y muy importante, los así elegidos sólo podrían ocupar los cargos un máximo de dos legislaturas, sin excepción.

La segunda, para conseguir medios económicos, consistiría en la aprobación de una Comisión-Tijera, encaminada a proponer, con un calendario realista, recortes de las sangrantes duplicidades institucionales: sacar al Senado de su letargo; eliminar las Diputaciones Provinciales; reducir los 8013 Ayuntamientos a un tercio; eliminar Defensorías del Pueblo/Sindicaturas/Consejos Consultivos autonómicos; suprimir Consejos Asesores que no emitan dictámenes vinculantes (miles en España); suprimir “embajadas locales y autonómicas” en el mundo; suprimir Universidades públicas con menos alumnos que un instituto; suprimir Fundaciones y Sociedades públicas que duplican organizaciones administrativas; suprimir personal eventual de confianza política que duplica personal funcionario; suprimir dobles conceptos retributivos por el mismo trabajo público (complementos de altos cargos); suprimir todo exceso retributivo de la sanidad pública y en general de los empleados públicos que esté por encima de la media nacional del respectivo sector profesional; y en definitiva adoptar medidas de recorte de gasto que aprovechen las economías de escala de toda organización que proyecta su actuación a un ámbito territorial mas amplio. Es posible mantener legitimidad democrática y representación territorial sin tener que mantener aparatajes de órganos tan costosos como prescindibles. Hay que amputar cuando la gangrena no se controla.

Y muy importante, el inmenso ahorro de la Comisión –Tijera debería ir destinado íntegramente a políticas sociales.

Sólo con concentrar todas las quejas en esas dos peticiones, se conseguiría un pequeño paso para los indignados pero un gran paso para todos los ciudadanos. Un gran paso para la historia de España. Así, los movimientos sociales de hoy serían como el Faro de Alejandría, una de las clásicas maravillas del mundo, capaz de mostrar el rumbo y la salvación para todos los navegantes. 

Lo contrario, será dejar que la torre de Babel siga su dinámica y todo finalizará como fuegos de artificio, de los que se recordarán los rescoldos: fue bonito mientras duró, la ciudadanía lanzó un mensaje democrático, los políticos dirán que toman nota, etc,etc. O sea, el sistema volverá a salir robustecido del sarampión, y la ocasión histórica se perderá.

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