Con compradores así da gusto regatear


28 ene 2011




Un artículo de Isaac Rosa publicado en http://blogs.publico.es

“La reforma no supone un recorte de derechos sino una ampliación de derechos, pues consolida el sistema de pensiones.” -Jesús Caldera, secretario de Ideas y Programa del PSOE-

Ayer me llamó mi casero y me dijo que me subía el alquiler quinientos euros. Yo le dije que teníamos un contrato que respetar, y que iba a denunciarle, y entonces él me propuso negociar. Tras varias horas reunidos, he conseguido que sólo me suba trescientos euros, así que estoy muy satisfecho, pues me ahorro doscientos. Otra prueba de que el diálogo es la mejor solución a los conflictos.

A falta de pasarle la lupa al acuerdo de pensiones, a muchos se nos ha quedado la misma cara de tonto que se le puso a mi mujer cuando le enseñé la foto del apretón de manos con el casero: nos han retrasado la edad de jubilación, nos han metido más años de cotización para la pensión completa, y nos han aumentado el período de cálculo. Ah, pero eso sí, con acuerdo; y como además la propuesta del gobierno era todavía peor, hasta tenemos que alegrarnos.

La vistan como la vistan, la reforma es un recorte de derechos, y gordo. Si hace unos meses nos dice el gobierno que va a aumentar la edad de jubilación a 67 años, que habrá que cotizar 37 años para tener el 100%, que para quedarte en los 65 necesitarás tres años y medio más que hasta ahora, y que usarán los últimos 25 años para calcular la pensión, nos habría parecido un atraco. Y eso es lo que tenemos hoy.

Sí, es verdad que podía haber sido peor, que la propuesta del gobierno era aún más dura. Pero lo acordado hay que compararlo con lo que teníamos, y hemos perdido.

Como la negociación ha tenido mucho de regateo (“Yo digo 39”, “No, 38”, “Vale, ni para ti ni para mí: 38 y medio”), hay que recordar cómo funciona el viejo arte del regateo: el vendedor pide el máximo, el comprador ofrece el mínimo. Que el gobierno propuso su máximo está claro. ¿Por qué los sindicatos pusieron su mínimo tan alto? Es más: ¿por qué aceptaron ese regateo, si no se sentían con fuerzas?

Y todavía querrán convencernos de que han hecho un buen negocio. Me recuerda a los que van al Rastro, entran en un chamarilero y pagan quinientos por una chatarra por la que el vendedor pedía mil. Y se van contentos presumiendo de que se lo han sacado por la mitad.

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