Publicado en www.k-government.com
La Semana Santa se celebra de manera que el Viernes Santo coincida con el viernes siguiente al primer plenilunio posterior al equinoccio de primavera, razón por la que cada año cae en un día diferente del calendario. Por eso este año la Semana de pasión acabó ayer lunes de pascua, 13 de abril. Por fin acabó la Semana Santa que, en mi ciudad, como en tantas otras ciudades españolas, tiene una honda y antigua tradición cofradiera, abundando las procesiones que pasean por las calles del casco antiguo a sus sagrados titulares para adoración de sus cofrades y satisfacción de los hosteleros.
Desde muy pequeño viví esta semana especial con intensidad, es decir, sufriendo todos sus inconvenientes. Nací y viví 24 años en el centro antiguo de mi ciudad, y durante los 7 días de procesiones estas pasaban casi continuamente bajo la ventana de mi habitación impidiéndome el descanso. Aparcar o simplemente llegar en coche hasta mi casa en estas fechas se convertía en una misión imposible. Familias y amigos que no veía en todo el año se autoinvitaban a casa para ver las procesiones desde mi ventana, a los cuales había que agasajar convenientemente y aguantarlos hasta altas horas de la madrugada. La suciedad y los malos olores en la calle provocados por las aglomeraciones estaban presentes durante todo el tiempo que duraban las procesiones. Salir a tomar un café significaba pagar más que el resto del año porque muchas cafeterías hacen su agosto en Semana Santa… Aunque algunos me decían que era un privilegio vivir en una casa del recorrido oficial de las procesiones.
Pero discúlpenme la disquisición, el motivo de este post es otro bien diferente, me he disparado recordando mis tiempo de penitente forzado. El caso es que en mis vivencias como espectador de las hermandades y cofradías me di cuenta de que casi todas ellas están vinculadas a colectivos de lo más dispares. Es usual encontrar entre tantas imágenes sacralizadas las que son objeto de adoración por parte de los estudiantes y de los gitanos, por poner algunos ejemplos bastante generalizados en toda España.
Pero los colectivos con más representación cofradiera son los profesionales, así encontramos la de los ferroviarios, agricultores, bodegueros, guardias civiles, panaderos, bomberos, carteros, marineros, paracaidistas… y algunas que podríamos considerar casi elitistas, como la de los ingenieros, médicos… Y la lista es larguísima. Todas estas profesiones están bajo la protección divina de sagrados titulares con cofradías que los procesionan. Probablemente el origen de esta sacrosanta relación profesional se remonte a los antiguos gremios que surgieron en la baja Edad Media. Pero tampoco es mi intención buscar sus orígenes históricos.
La reflexión que quiero exponer es que no he encontrado ninguna cofradía en la que sus consagrados y divinos titulares amparen a los funcionarios. No conozco cofradía de devotos, ni hermandad sacramental, ni archicofradía, ni congregación religiosa, ni capítulo de orden regular, ni ninguna otra organización religiosa que procesione a sus divinos titulares y que esté formado prioritariamente por funcionarios.
No digo que no exista, sino que no tengo conocimiento de ella. Quizá algún avezado lector de este alocado blog pueda darme referencia de alguna. Pero presumiendo que no existen o que si las hay son pocas, me pregunto la razón. Se me ocurren varias:
- Los funcionarios son propietarios de su plaza, por lo que nunca se quedarán en el paro y por tanto no requieren protección divina para conservar su puesto de trabajo.
- Los funcionarios pedirían algún complemento económico por salir de nazareno, cuánto más si se trata de portar un trono sobre los hombros.
- Si los días laborables no trabajan, ¿cómo van a trabajar portando tronos o llevando velas encendidas en días de vacaciones?
- Los funcionarios no han de hacer penitencia ya que bastante expían sus culpas yendo a trabajar a su Ayuntamiento, Consejería, Ministerio…
- Muchos funcionarios, por el hecho de serlos, están endiosados y sienten que se encuentran en un altar. ¿Por qué adorar a otros cuando se pueden adorarn ellos mismos?
Quizá ustedes puedan proporcionarme más razones de este fenómeno, aunque yo ya he sacado mi conclusión, y es que no hay dios capaz de someter a los funcionarios.